Hace unos años mi oficio, en una oficina de Mairena del Aljarafe, provincia de Sevilla, incluía la escucha obligatoria de un montón de discos. Una tarde, cuando intentaba resolver un asunto logístico por teléfono, en una conversación que intercalaba consultas en el ordenador y, con ellas, silencios, la chica de Redur me preguntó por la canción que le llegaba a través del aparato, pues le estaba encantando. Yo tenía puesto, a todo trapo, claro, el Harmony in ultraviolet de Tim Hecker, y más concretamente en aquel momento estaba sonando 'Chimeras'
El pasado viernes la escuché en directo, dentro de una actuación titánica y ruidosa (en la acepción más estética y menos agresiva del término) del artista en cuestión. Me acababa de dar un masaje de lo más placentero, allí mismo, y estaba completamente hipnotizado por la borrasca implacable que durante tres cuartos de hora estuvo llegando desde el escenario. Recordé aquella llamada. Me sentí bien
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