Por su trayectoria, los buenos momentos vividos allí, y el cariño y admiración que tengo a la organización, me resulta triste escribir sobre la confirmación, plena y aumentada, de la regresión cualitativa del Primavera Sound, ya apuntada en su anterior edición. El modelo de festival ha ido cambiando paulatinamente y, no siendo quién para criticarlo, sí que tengo claro que no está hecho para mí. La divergencia es inevitable
Empiezo por lo que quiero considerar una excepción: el tremebundo desastre organizativo del jueves, con el colapso del sistema electrónico de pago. ¿Había verdaderamente Plan B? ¿Por qué se tardó tantísimo en implementarlo? Y sobre todo: ¿por qué no se informó de absolutamente nada? Colas de longitud grotesca, camareros desorientados que generaban confusión, otros agolpados alrededor de un único iPad en funcionamiento y alguno que otro bastante chabacano, staff con una 'i' a la espalda no sé si de 'información' o de 'ignorancia' superlativa, no aceptación de cambio (unos amigos pidieron 3 cervezas con 20 € y les conminaron a llevarse 5) ... ¿pero dónde se ha visto esto? Un cero rotundo en organización
Lo peor para mí, sin embargo, es por desgracia estructural, a saber:
- Masificación y, en consecuencia, incomodidad y cada vez más presencia de gentuza
Es obvio que cuanto mayor haces un saco de personas, más chusma se va a incluir en él. Este año hubo gente abriéndose paso bruscamente a empujones, con salvajes pisotones por los que no se disculpaban, y no era raro dar con borrachos, fiesteros y charlatanes estropeando conciertos a su entorno en lugares más o menos privilegiados. Muchos con poca educación y menor interés por la música. Fue muy curioso que mi cuerpo tuviera el reflejo de las sensaciones ya vividas en el FIB '02: tras dos años de experiencia idílica, la afluencia aumentó, pedir bebida se convirtió en odisea, y las malas maneras empezaron a instaurarse
- Graves deficiencias técnicas
Es indigno que un festival del tamaño y prestigio de Primavera Sound tenga un escenario principal con un sonido tan horrendo, capaz por sí solo de arruinar actuaciones de grupos del calibre de Fleet Foxes, PJ Harvey, o Pulp (el horror, el horror), ... una tras otra. De vergüenza. Lo de Low en el escenario ATP, por poner otro ejemplo, fue también bochornoso
Es una lástima que con ese pedazo de cartel, a-lu-ci-nan-te, apenas pudiera disfrutar en estos tres días, y me llevara tantísimos disgustos. De cara al futuro, deseo lo mejor, el mayor de los triunfos al festival, pero será sin mí: yo llamo éxito a otra cosa, prefiero productos distintos, con otro acabado
Primavera Sound ya es otra cosa